LOS ESPACIOS PÚBLICOS EN LAS METRÓPOLES PERIFÉRICAS
El objetivo de este trabajo es básicamente analizar los espacios públicos en la periferia de las metrópolis contemporáneas y el reflejo que la globalización de la economía va a ejercer en la configuración de las grandes ciudades.
Esta nueva condición de la sociedad de la información y de economía globalizada influirá en la conformación de las metrópolis y de sus periferias. Esta situación será analizada a través de sus espacios públicos y de los nuevos espacios colectivos que surgen a partir de entonces.
Analizar los espacios públicos de la periferia es una manera de acercarse a un gran contingente de personas para el cual la ciudad es un elemento irreconocible, vacío de significado. Reflexionar sobre las relaciones que se desarrollan en las periferias y cómo los usuarios se apropian y entienden el espacio urbano es el intento de este trabajo.
las metrópoles contemporáneas
El principal objeto de cambio de la sociedad contemporánea es la ciudad. Es en la ciudad donde se detectan los reflejos de la economía globalizada, del desarrollo de la sociedad de la información, en fin, el nuevo orden social que se esta consolidando.
Como cita Javier Echeverría en ‘Telépolis’, la sociedad de la información cambia la idea de espacio social, desvinculándolo del espacio físico. Los sistemas de relación social, laboral, económica pasan a expandir sus campos de actuación más allá de los límites locales o regionales. A través de la globalización de los medios de comunicación , las relaciones que antes se desarrollaban en la ciudad o región dónde estaban vinculados pasan a desarrollarse en una red transnacional de lugares interconectados.
Este nuevo orden social obviamente no engloba a todos los sectores ni tampoco a todas las sociedades. Las grandes ciudades conectadas que forman este nuevo territorio de inversiones / explotación también nos mostrarán las señales de los residuos sociales de esta nueva economía. Estos residuos se notarán con mayor evidencia en las metrópolis de países ya marginados económicamente. (fig. 1,2,3)
En ‘La sociedad del espectáculo’, Guy Debord describe las dos formas de poder espectacular que se encontraban en evidencia en 1968: la forma de poder concentrada y la forma difusa. En la forma concentrada, la ideología se genera entorno a una personalidad dictatorial; mientras que Debord define la forma de poder difusa, como ‘una aparente opción personal, donde existe un sistema mercantil, de información que ‘sugiere’, ‘vende’ una nueva ideología de consumo’.
En su libro ‘Comentarios sobre la sociedad del espectáculo’ de 1988, Debord añade una tercera vía de poder que ha surgido en las ultimas décadas: el poder integrado, la integración del poder concentrado y del difuso.
Esta tercera vía de poder sería el sistema que configura las metrópolis contemporáneas y conduce el comportamiento de las masas. Dice Debord: ‘Por lo que respecta al poder concentrado, el centro director se ha convertido en oculto. Ya nunca se coloca en él a un jefe conocido o una ideología clara. En cuanto al lado difuso, la influencia espectacular no había marcado jamás hasta este punto la práctica totalidad de las conductas y de los objetos que se producen socialmente (...)Cuando lo espectacular era concentrado se le escapaba la mayor parte de la sociedad periférica, cuando era difuso se le escapaba una mínima parte , ahora no se le escapa nada. El espectáculo se ha mezclado con la realidad irradiándola(...).La sociedad modernizada hasta el estadio de lo espectacular integrado se caracteriza por el efecto combinado de cinco rasgos principales que son: la incesante renovación tecnológica, la fusión económico–estatal, el secreto generalizado, la falsedad sin réplica y un perpetuo presente.”
Estos cinco elementos señalados por Debord y que encontramos en la formación de las metrópolis contemporáneas, se reflejan en una realidad social del subempleo, de paro, en la falta de vivienda que crea subciudades, en la configuración, usos y grupos que conforman los ‘nuevos’ espacios colectivos de las ciudades, en los espacios públicos y en la periferia existente. Forman el carácter discontinuo, fragmentado y contradictorio de la metrópoli, que junto a los procesos tradicionales de exclusión, crean una nueva territorialidad. (fig 4,5,6,7)
Dentro de este sistema de poderes y exclusión, la periferia es un hecho en las grandes ciudades contemporáneas.
la periferia de las metrópolis
Lo que se confirma a partir de este nuevo orden es la existencia de varios niveles de marginalización en la ciudad.
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la periferia de la ciudad: barrio o zona ajena al centro, con poca infraestructura (luz, agua, alcantarillado, sistema de calles pavimentadas, transporte colectivo), dificultad de acceso, ocupación de áreas invadidas o comercialización ilegal del suelo, comercio local deficiente. (fig. 8,9,10)
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Ciudad-periferia: el sistema administrativo no funciona, la ocupación clandestina es generalizada, ocupando incluso áreas de protección ambiental, infra-estructura urbana y de servicios públicos obsoleta. Ausencia de espacios públicos formales, el espacio público surge como residuo de la malla urbana. El centro de la ciudad también está en proceso de deterioro tanto físico, como social y económico. (fig. 11....17)
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Ciudad periférica: Está ligada física y económicamente a otra ciudad (forman conjuntamente el área metropolitana), posee una red básica de servicios, pero sustancialmente es el espacio físico de la periferia de la metrópoli. La mayor parte de los servicios y comercio utilizado por los habitantes se encuentra en la metrópoli. Ciudad-dormitorio, donde el espacio público existe con cierta dignidad, pero carece de identidad, ya que sus habitantes viven su urbanidad en la metrópoli. (fig. 18,19,20)
La configuración de este paisaje también es objeto de estudio de Joan Busquets i Grau en ‘Urbanización marginal’
(1999) donde a partir de un amplio análisis, describe la tipología de estas urbanizaciones que por encima de diferencias geográficas, económicas y culturales muestran básicamente una tipología común: suelos malos, posición geográfica difícil, unidades pequeñas con posibilidades de ampliación y parcelas individuales del suelo. Busquets añade tres formas de intervención en las urbanizaciones periféricas:
‘1. Desarrollo evolutivo y reconversión paulatina del barrio
2. Ruptura y congelación del proceso 3. Remodelación del barrio’
3. Remodelación del barrio’
17.18.19
Deja claro que allá donde la urbanización no puede desarrollarse (generalmente cuando son áreas de protección ambiental) no es conveniente asentar la población en esta área. La no-producción de vida urbana - infra-estructura básica de servicios y creación de espacios públicos - la tendencia es de mantener estable o incluso retroceder la ocupación.
En países donde la explotación del capitalismo es más fuerte esto no se contempla, dado que en gran parte de los países en vías de desarrollo el 70% de la población pobre vive en ciudades.
Esta condición genera un estructura urbana peculiar y problemática. El deterioro del espacio público convierte la ciudad en un escenario sin representabilidad. La vida colectiva, la urbanidad serán desarrolladas en los nuevos espacios colectivos o en los espacios públicos existentes convertidos en guetos. Las metrópolis periféricas pasan a carecer de coherencia en su estructura y de elementos de reconocimiento, de identidad. (fig. 23, 24)
los espaços colectivos contemporáneos
La discontinuidad, la fragmentalidad y la contradictorialidad son rasgos importantes de las metrópolis actuales y principalmente de sus periferias. Es fundamental analizar la relación que se formula a partir de entonces entre las metrópolis y sus periferias , a partir de los espacios colectivos de estas grandes ciudades.
La identidad, resistencia o aniquilamiento de los espacios públicos tradicionales, los nuevos ritos colectivos, los nuevos usos y el entendimiento de lo que representan los espacios públicos de la ciudad para sus individuos deben ser reflexionados y cuestionados. ¿Cuales son los papeles a desempeñar por los espacios colectivos de la sociedad contemporánea – fragmentada, contradictoria, heterogénea y desigual ?
Según Richard Sennett en ‘ La conciencia del ojo’, “lo que caracteriza nuestra manera de construir las ciudades es el amurallamiento de las diferencias que existen entre las personas, dando por sentado que dichas diferencias tienen más probabilidades de resultar mutuamente amenazadoras que mutuamente estimulantes. Todo lo que construimos dentro del dominio urbano es, en consecuencia, una serie de espacios blandos, neutralizadores, espacios que destruyen en la medida de lo posible la amenaza del contacto social: las calles parecen encajonadas entre muros de cristal, las autopistas desgajan los barrios pobres del resto de la ciudad, las ciudades dormitorio permanecen separadas del corazón de la ciudad”. (fig. 25, 26, 27)
Estos espacios blandos a que se refiere Sennett son espacios que en la ciudad tradicional serían elementos fuertes de identificación, marcos visuales, históricos del lugar , garantizando al espacio público un papel de protagonista en la ciudad. Mientras tanto, lo que encontramos en las grandes aglomeraciones urbanas son espacios vacíos de significado que sugieren una relación distanciada entre el individuo y la ciudad.
Los espacios colectivos que conforman la vida urbana en las metrópolis contemporáneas se polarizan entonces en dos situaciones:
1. Espacios cerrados: creación de una realidad urbana idealizada, materializada por las urbanizaciones residenciales, centros comerciales, centros empresariales, etc, espacios de consumo que recrean dentro de sus espacios interiores elementos pasteurizados de la vida urbana: calles, plazas, jardines, equipamientos de ocio, con las comodidades de la vida moderna – aire acondicionado, grandes aparcamientos y seguridad intensiva. (fig. 28, 29, 30, 31)
Giandomenico Amendola en ‘La ciudad postmoderna’ describe estos nuevos espacios de la ciudad postmoderna, como “- centros comerciales, parques temáticos, áreas de gentrificación – son nuevas Disneylandias capaces de atraer y fascinar a la gente induciéndolas al sueño y al consumo. Al mismo tiempo son espacios donde, más que en otros lugares, la ciudad puede, por su capacidad de disponer de una amplia gama de códigos y de lenguajes, interceptar la pluralidad de los proyectos de autorrealización y la variedad de los deseos de una sociedad tan diferenciada y fragmentada como la contemporánea”. (fig. 32, 33)
Estos espacios están construidos obviamente, para capas sociales con poder de compra, de consumo, mientras que gran parte de la población de las metrópolis están a margen de este sistema . Son excluidos económicos y que también se convierten en excluidos sociales.
2. Espacios públicos abandonados: estos espacios primeramente son abandonados por el poder público que los mantiene de manera precaria, y posteriormente por la ‘sociedad’ , que se desplaza a los centros comerciales y urbanizaciones residenciales y para quien la ciudad pasa a ser mero escenario de desplazamiento entre los espacios cerrados. (fig. 34, 35, 36)
Los espacios públicos de la ciudad, espacios deteriorados, inutilizados y sin identidad, son entonces apropiados por el contingente de excluidos económicos y sociales que los convierten en sus guetos. Muchos espacios pùblicos – principalmente las plazas – se convierten en puntos de morada, marginalidad y violencia. (fig. 34, 35, 36)
Esta nueva ‘apropiación’ genera dos reacciones: una nueva tradición de uso, ocupación del espacio público y la ‘sociedad’ para quien la ciudad ya es un escenario, rechaza estos nuevos nichos de marginalidad y las plazas y parques pasan a ser elementos no-cualitativos para el barrio o para la ciudad. El espacio público pasa a ser sinónimo de vacío urbano.
32.33
el vacío urbano contemporáneo
El vacío urbano que surge en las metrópolis contemporáneas es como una antítesis del vacío urbano de las ciudades tradicionales, que lleno de significados de la vida urbana, está configurado a lo largo de los principales caminos de la ciudad, vacío que por su propia localización, se torna un lugar público, parte de un sistema de espacios articulados que garantizan el reconocimiento y identidad de una estructura urbana. (fig. 37, 38)
El vacío urbano contemporáneo surge entre los límites de las intervenciones urbanísticas: residuos del sistema viario, ocupaciones clandestinas, espacios públicos abandonados, grandes urbanizaciones homogéneas. (fig. 39...44) Estos vacíos son carentes de significado, constituyen un no-lugar y, por lo tanto lo que poseen es una identidad no-reconocible, decodificable, una no-identidad.
Estos vacíos cuando aparecen en una escala considerable en la ciudad crean una estructura de no-lugares. Estos no-lugares interrelacionados crean una estructura irreconocible, pero intensa en la ciudad.
Mientras los espacios públicos reconocidos como tales presentan una fuerte idea de urbanidad, esta estructura de no-lugares genera la negación de esta urbanidad, de los valores colectivos, del ejercicio de vida pública, una ausencia de signos de identificación del individuo con el lugar.
En las metrópolis contemporáneas, principalmente aquellas de economía periférica, el constante desequilibrio social y el abandono por parte del poder público de los espacios de la ciudad, aparte de los reflejos de la globalización, han generado en estos últimos años una no- ciudad dentro de la ciudad existente. Esta estructura, en continuo proceso de cambio, transforma la ciudad en un sistema difuso, desordenado, irreconocible, incapaz de reconocerse y comprender su conjunto.
Sobre la estructura urbana de las periferias dice Joseph Parcerisa en artículo de la Revista UR 9/ 10: “Si nos afecta su falta de estructura, su evidente desorden, su aparente naturaleza universal , tal vez deberíamos esforzarnos en realzar sus diferencias internas. En la creciente neutralidad del espacio, deberíamos buscar distinción y especificidad. Probablemente estas tengan mayor relación con las características del paisaje que con los tipos de edificios.”
La composición del paisaje de la periferia, desde los grandes armazones hasta las chabolas, poseen características determinantes que colaboran para su rápida propagación, como su capacidad de adaptación y transformación, su estructura flexible y de rápida construcción y su relativa ‘independencia’ de la estructura de la ciudad. En la ciudad contemporánea esta característica flexible y mutable es fundamental para que una estructura se mantenga. Mientras los espacios públicos de las grandes ciudades no tengan un poder tan fuerte de permanencia como estas nuevas estructuras será difícil reafirmarse sobre ellas.
Richard Sennett en ‘La conciencia del ojo’ plantea que “Para permitir, así pues, que el espacio se codifique durante el tiempo, el urbanista tiene que diseñar fronteras débiles y no murallas insalvables”.
La estructura urbana de los espacios públicos en la ciudad contemporánea debe, a parte de ser el elemento de identidad y orientación del individuo, poseer esta capacidad de absorción y flexibilidad de las estructuras periféricas a fin de convertir los vacíos urbanos contemporáneos en nuevos espacios públicos impregnados de vida urbana.
En ‘La conciencia del ojo’ Sennett, propone aún: “Las fronteras, en la ficción, ponen de manifiesto lo que se pierde en la planificación urbana del espacio abierto al tratar esas mismas fronteras como si fuesen murallas. Las personas que residen en comunidades selladas se ven disminuidas en su propio desarrollo. Se rehuye la confrontación de las heridas abiertas por la experiencia del pasado, de los estereotipos que han arraigado en el recuerdo. Las escenas de reconocimiento que podrían reproducirse en las fronteras son la única ocasión de que disponen las personas para afrontar una serie de imágenes sociológicas fijas, producto de rutina en el tiempo. Solamente mediante el cruce de una frontera podrán las personas verse las unas a las otras por vez primera. Esta experiencia de la expulsión, del desplazamiento y de la resistencia la encontramos en el arte, pero carecemos de ella en el diseño urbano.”
El hecho de que el espacio urbano deba ser un elemento de reconocimiento e identificación del individuo con la ciudad, transforma la cuestión del espacio público en las periferias en elemento fundamental de recualificación de esta realidad urbana. El grupo de excluidos de este nuevo orden mundial será el mayor ‘usuario’ de la estructura de la ciudad tradicional . Construir esta frontera débil, a la cual se refiere Sennett, será un reto urbanístico para las metrópolis contemporáneas.
1.2.3
4.5.6.7
8.9.10.11.12
13.14.15.16
20.21.22
23.34
25.26.27
28.29.30.31
34.35.36
37.38
39.40.41
42.43.44
LEPORI, Ana Paula de Oliveira. Los espacios públicos en la periferia de las metrópolis contemporáneas In: MERCOSUR. TERRITORIO, COMPETITIVIDAD Y DESARROLLO SOSTENIBLE, 2001, Girona - España. Mercosur. Desarrollo Sostenible y Territorio. Girona: Universitat de Girona, 2002. v.1.p.7-311.